sábado, 21 de abril de 2012

Nuevas y viejas generaciones se dieron cita en el concierto de Paul McCartney



Fantasía. Esa es la única forma de resumir la noche del pasado 19 de abril en Bogotá. Después de muchos años de espera, 29.000 personas nos reunimos en el estadio El Campín, en uno de esos espectáculos que no parecen reales. Durante tres horas, varias generaciones escuchamos lo mejor de The Beatles, en la voz de Paul McCartney.


La carrera por el concierto comenzó a mediados de marzo, con el anuncio de que el ex Beatle vendría a Colombia. A pesar de los obstáculos -permisos del estadio El Campín, posibles precios de la boletería, que la fecha anunciada para el evento era muy cercana- la misión era asistir. Y, como no era cualquier artista, ni cualquier espectáculo, no podía dejar atrás a la mayor fanática de The Beatles que conozco: mi mamá.
La verdad es que no recuerdo la primera vez que escuché una canción de The Beatles y, supongo que no tendría por qué hacerlo. Al igual que muchos de los "nuevos" seguidores de la banda, su música está presente desde los primeros días de mi vida y ya hace parte permanente de mi memoria. Caso diferente al de mi mamá, quien tenía 14 años cuando, en la casa de un amigo, alguien puso Yesterday y, desde ese momento, empezó a coleccionar sus LP y a grabar sus canciones.
De ella, que casi todos los fines de semana pone una recopilación de los éxitos de The Beatles, aprendí muchas de las "mañas" de la primera generación de fanáticos: que cuando se separaron, quedaba la esperanza de que se reunieran y por eso siguieron sus carreras como solistas; que adoraba a Linda, la esposa de Paul que murió de cáncer, pero que nunca quiso a Yoko y, así como muchos otros, cree que ella tuvo la culpa de la separación de la banda, pues "ejerció mucha influencia en la vida de John y lo aisló del resto del grupo"; que las letras de sus canciones tenían mucho que ver con el contexto y los cambios de toda una generación...
Como ella misma explica, "The Beatles no sólo representan a una generación por su música, sino también por sus luchas, sus sueños. Ellos acompañaron todos los movimientos por los derechos civiles y cuando uno los escucha da la sensación de que aún hay esperanza para el mundo". El pasado jueves se cumplió el imposible de estar cerca de The Beatles, se presenció, como dijo el promotor del concierto, Fernán Martínez, historia.

Bajo el clima cómplice de Bogotá, donde por primera vez en días no llovió por la noche, esperamos a que abrieran las puertas del estadio. Antes de las 6:00 p.m. comenzó la prueba de sonido. Afuera, cientos de personas que hacíamos fila, escuchamos, por fin, la voz de Paul. "Penny Lane there is a barber showing photographs..." cantaba desde adentro de El Campín, provocando lágrimas y gritos de los fanáticos.

Familias enteras, grupos de amigos y parejas de todas las edades, fuimos llenando poco a poco la gramilla y las tres tribunas habilitadas en el estadio, mientras un DJ ambientaba la espera con diferentes versiones de las canciones de Paul y de The Beatles. Ya sólo quedaba esperar.

¡Buenas noches parceros!
Antes de las 9:00 p.m. el estadio enloqueció. El escenario se apagó y un collage de imágenes retro de todos los colores comenzó a deslizarse por las pantallas gigantes. Fotografías de Paul, de The Beatles, de Wings, de otros grandes como Mick Jagger de The Rolling Stones. Imágenes de la cultura pop de la década de 1960 y 1970 con las que todos los asistentes nos identificamos, sin importar la edad, sin importar que a la mayoría no nos hubiera tocado esta época. Con esa propuesta visual, que encerraba lo mejor de la Beatlemanía, comenzó el concierto.
El vídeo terminó con una imagen de un bajo formado con destellos y las luces del escenario se apagaron. En medio de los gritos de los asistentes salió Paul, totalmente de negro y con el bajo en sus manos. Al igual que mi mamá, la mayoría no creíamos lo que veíamos. El ex Beatle, al frente nuestro, comenzó su repertorio con Magical Mistery Tour.
De ahí en adelante, cada canción, cada momento, parecía mejor que el anterior. Todos enloquecimos con Paperback Writer, nos abrazamos con My Valentine, reímos ante los chistes que intentó hacer en español y quedamos en silencio con la emotiva interpretación de Here Today que, como él mismo dijo, escribió después de la muerte de John Lennon.
Al final, luego de casi tres horas en el escenario, Paul explicó a los colombianos que ya tenía que irse, que él y su equipo debían dormir y que nos veríamos una "próxima vez". Lo cierto es que, sin importar si esa segunda cita se da, todos quedamos satisfechos. Sin importar cuánto esperó cada uno (10, 20, 30 años), una parte de The Beatles estuvo con nosotros.
Y es que, como se comentaba a la salida del estadio, "no hubo canción que no emocionara. Todas, de alguna forma, están relacionadas íntimamente con algún momento de nuestras vidas".















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